Uno llega a respetar la tragedia de los otros cuando ha caído hasta el lugar mas obscuro de la tragedia propia. Que es una tragedia producto del contexto, de las circunstancias, de la historia. Soy la nieta de la violencia de los años cincuenta en el Tolima. Llevo esa crueldad, esa sevicia. Me contaban historias de gente a la que le cortaban la cabeza y su cuerpo comenzaba a brincar como una culebra. Crecí con esos relatos como canciones de cuna.
*
Veo con terror que el tiempo se me fue. Que me equivoqué. Que me aislé. Que me dio miedo. Que estoy solo. Que no pude salir de la cárcel de mi cabeza. Puede ser que se cure con litio o con xyllocibina. Puede que sea irreversible. Entre tanto me arriesgo a hacer unas memorias antes de mi muerte.
*
Entre escribir y no escribir: Escribo acá. Como un loco que raya el piso y las paredes. Como los inadaptados que rayan las puertas de los baños. Como el sicótico que prefiere ser inapropiado aún si destruye su reputación, su vida, sus bienes. Es cierto que hay autores desintegrados, dispersos, escindidos y la única manera de no volar en pedazos es agarrando un lápiz, una máquina de escribir o un teléfono. El lugar y el medio no hacen mas o menos legitimas estas letras. Sobre todo si las enfrentamos a la locura.
*
muchas caídas hacen falta
para facilitar la alquimia
arrogante es la inteligencia muy segura de sí misma
del quebranto nace la sabiduría
*
Ella había matado a su hija con sus propias manos. Sin embargo, guardaba brillo en su mirada.
*
Perdí la razón. Solo escuchaba voces, rumores, risas socarronas. Tuve paranoia. Me perseguían. Lo sabían todo de mi. Mis errores. Mis miedos. Habían espiado cada instante de mi vida. Reían. No pude soportarlo. Llene una maleta con ropa. Evite la playa. Fui a ninguna parte. Trate de herirme. Escuche las voces. Les respondí. Coquetee con ellas. Me respondieron. Llegue a ninguna parte.
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Veo con terror que el tiempo se me fue. Que me equivoqué. Que me aislé. Que me dio miedo. Que estoy solo. Que no pude salir de la cárcel de mi cabeza. Puede ser que se cure con litio o con xyllocibina. Puede que sea irreversible. Entre tanto me arriesgo a hacer unas memorias antes de mi muerte.
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Entre escribir y no escribir: Escribo acá. Como un loco que raya el piso y las paredes. Como los inadaptados que rayan las puertas de los baños. Como el sicótico que prefiere ser inapropiado aún si destruye su reputación, su vida, sus bienes. Es cierto que hay autores desintegrados, dispersos, escindidos y la única manera de no volar en pedazos es agarrando un lápiz, una máquina de escribir o un teléfono. El lugar y el medio no hacen mas o menos legitimas estas letras. Sobre todo si las enfrentamos a la locura.
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muchas caídas hacen falta
para facilitar la alquimia
arrogante es la inteligencia muy segura de sí misma
del quebranto nace la sabiduría
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Ella había matado a su hija con sus propias manos. Sin embargo, guardaba brillo en su mirada.
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Perdí la razón. Solo escuchaba voces, rumores, risas socarronas. Tuve paranoia. Me perseguían. Lo sabían todo de mi. Mis errores. Mis miedos. Habían espiado cada instante de mi vida. Reían. No pude soportarlo. Llene una maleta con ropa. Evite la playa. Fui a ninguna parte. Trate de herirme. Escuche las voces. Les respondí. Coquetee con ellas. Me respondieron. Llegue a ninguna parte.
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